El segundo encuentro tuvo un desafío
diferente, ya no había que romper el hielo, ahora había que ver qué había
quedado de aquel primer encuentro, si
recordaban sus nombres, gustos, etc. Sin duda los chicos recordaban mucho más
de lo que las docentes hubiésemos imaginado. Ellos se notaban ansiosos de
volver a encontrarse.
Durante el camino hacia el Prado Español
los alumnos del Colegio San Antonio fueron recordando situaciones, los nombres
de cada uno de los chicos del CFI que habían conocido hacia 12 días atrás. Los
pocos chicos del CFI que habían asistido al primer encuentro habían comentado a
los compañeros que habían pasado una muy buena jornada con los chicos del
Colegio San Antonio, y seguramente esto hizo que para este segundo encuentro,
asistieran casi todos los chicos del CFI, ¡más del doble de los que fueron la
primera vez!.
Por tanto cuando nos encontramos en la
puerta del Prado los alumnos de las dos instituciones se fueron saludando y
presentándose con aquellos que no se conocían. Fue muy lindo ver cómo entre
algunos de los que ya se conocían se dibujaban sonrisas en sus caras al verse y
saludarse; ya había una cierta
complicidad, y una barrera parecía haberse quebrado.
Como
algunos no se conocían tuvimos que hacer una segunda presentación, pero esta
vez la hicimos sentados alrededor de la mesa donde compartimos unas bebidas y
unas galletitas, durante estos momentos las miradas cómplices se fueron
haciendo cada vez más evidentes.
Entre las docentes compartimos ciertas
experiencias sobre las actividades que veníamos realizando con los chicos en
cada una de las instituciones, nos mostraron cómo quedaban los envases de
yogures calentados al horno que luego utilizaremos para la kermesse como
posibles medallas de premio. Mientras seguíamos intercambiando experiencias, de
repente los alumnos habían desaparecido. Los varones se habían ido al patio y
ya habían armado 2 grupos que se estaban enfrentando en un partido de futbol, y
las chicas se habían adueñado de las hamacas….
Este comportamiento de los chicos, no
planeado, nos dio un gran alivio a las docentes ya que no tuvimos que definir
ninguna actividad de interacción, ellos solos ya la habían elegido y llevado a
la práctica sin nuestro consentimiento.
Ante
esta situación decimos entre Gloria, Sole, Mechi y yo, empezamos a definir los
límites del evento. Tomamos medidas, definimos dónde iba a instalarse cada
juego de la kermesse y qué tipo y cantidad de decoración íbamos a tener que
empezar a producir. Debo confesar que
para mí también fue muy grato terminar de sobrepasar la barrera con las otras
docentes ya que yo tampoco las conocía y por suerte enseguida logramos
conectarnos y empezar a trabajar juntas.
¿Los chicos? Ellos siguieron jugando y compartiendo sin ningún inconveniente, hasta que las docentes nos dimos cuenta que ya era el horario en que debíamos regresar cada uno a su respectiva institución, y ¡acá vino lo mejor de la jornada!...... ¡los chicos no querían dejar de jugar!, estaban tan tranquilos y contentos, compartiendo que a ellos también se les pasó el tiempo.
Prof. Florencia Zapata